El cine, desde su concepción, ha sido uno de los principales aliados del ser humano para expresarse y representar su realidad. Hemos visto cómo ha servido como elemento de memoria para exaltar, resignificar o dar a conocer diversos acontecimientos o concebido por otros, como un simple aliado para el entretenimiento y ocio. Todo esto anterior y su técnica le han merecido la denominación del séptimo arte.

 

Este, aunque puede ser aprendido de manera empírica, nace principalmente de las facultades de cine, comunicación audiovisual o en su defecto -como es el caso colombiano en el que no hay facultades de cine- en facultades de comunicación. Es por esto que, desde allí, se debe además de brindar un espacio para impartir conocimiento a estos estudiantes, debe haber un puente para que estos puedan materializar todos estos conocimientos, apoyando la producción y distribución de los productos cinematográficos locales. Es una realidad que la gran mayoría de personas que en nuestro país aspira a estudiar cine y a producirlo termina emigrando a otros países en los que hay una industria más sólida, como Argentina o Estados Unidos, para estudiarlo y poder encontrar apoyo. Esto también hace que estos contenidos que pueden tener como escenario lo local terminen siendo moldeados a intereses más comerciales y llamativos en estos lugares

 

En lo anterior, es donde se resalta la importancia del apoyo desde estas instituciones como bases de conocimiento a apoyar, o ser un puente, para que los estudiantes con intereses en la producción audiovisual puedan encontrar un apoyo desde lo local para su trabajo y, de esta manera, puedan fortalecer y crear antecedentes para la solidificación de una industria en el país.